El otro día ya os conté que era una cabezota. No es que haya cambiado, al contrario. Se ha ido agravando la cosa.
Después de un fin de semana intenso con varias tartas para cumpleaños y otras varias para el curso, llegó el domingo por la tarde y mi muñeca me dijo ¡¡hasta aquí hemos llegado!!
Vamos, que llevo desde el domingo por la noche con una muñequera pegada a mi. Pero no es solo la muñequera, sino que también me tuve que inmovilizar de manera casera dos dedos para que la cosa no fuera a más.
Pero claro, me levanté el lunes y me negaba a tener que pasarme el día sin hacer nada.
Así que pensé en preparar algo que no tuviera demasiada complicación, algo con lo que mi mano no sufriera...(además tenía a mi pobre hermano meses suplicando que le preparara este postre)
Y claro, yo como buena hermana, aunque medio lisiada, me puse manos a la obra con algo sin mucho trabajo y mega fácil.
De ahí salieron estas natillas, de vainilla ¡¡con oreo!!